lunes, 5 de septiembre de 2016

Un dia diferente

Quería aprovechar para compartirles una actividad que hice ayer. Domingo 4 de septiembre de 2016. Después de una noche de haber salido, mi hermano se despierta temprano y se empieza a preparar, porque había organizado con un amigo nuestro para hacer algo. Lo que habían decidido hacer era tirarse con un paracaídas. Era algo único y pensé que tenía que acompañarlos y estar ahí para verlos.

Mamá no quería ir por el pánico que tenía y se quedo en la casa, pero cuando decidimos todos ir como un viaje familiar y con amigos a comer y pasar el día allá, no le quedo otra alternativa que venir.

No era muy largo el viaje que teníamos que hacer, pero en ese tiempo se me metió algo en la cabeza. Quería saltar. Tenía mucho miedo, estaba paralizado por la situación, pero sabía muy adentro mío que tenía que hacerlo. Tenía que superar mi miedo y animarme a dar ese paso. En ningún momento estuve 100% seguro de que era lo correcto para hacer. Incluso cuando me anoté le pregunte varias veces a la mujer que nos anotó si en algún momento podía bajarme. Me respondió que no había problema con eso, pero me dijo también que nadie de los que saltó se arrepintió de hacerlo.

Mi hermano y mi amigo saltaron juntos y fueron antes que yo a hacerlo. Tenía muchas dudas y miedos, así que lo primero que hice cuando llegaron al suelo es preguntarles mil cosas. Mi turno era el siguiente. No estaba decidido aún pero me dejé llevar por la situación. Me dije a mi mismo que puede que no tenga el valor suficiente para decir que sí, pero tenía que aguantar con el valor que al menos tenía para no decir que no. Trataba de poner mi mente en blanco y no pensar en lo que estaba a punto de hacer. Me pusieron el arnés, me llevaron al avión y subimos.

Los nervios aumentaban con cada metro que nos alejábamos del suelo. El instructor con el que me tiré me hablaba, y yo respondía automáticamente, casi sin pensar en la respuesta que le daba. Miraba por la ventana. Cada vez mas pequeñas las cosas, las vacas, todo.

En un momento me dice que vamos a abrir la puerta. Mi corazón latía a mil. Había una pequeña plataforma en la que teníamos que pararnos para después saltar. El viento estaba terriblemente fuerte. Moría de miedo. De la forma en que pude, me puse sobre la plataforma y de ahí el tipo hizo el movimiento para que saltemos. Fue lo más increíble que hice en mi vida. Nunca nada se comparó a esos 30 segundos de pura euforia. No podía respirar bien en la caída y mi corazón no sabía con exactitud donde estaba. Cuando el instructor abrió nuestro paracaídas, mi cuerpo todavía estaba en shock. Tenía frío y pánico, pero corría por mi cuerpo una adrenalina increíble. Todo se sintió tan bien.

El momento inicial fue impactante, pero la bajada en el paracaídas no se quedo atrás en hacernos a los tres pasar unos momentos únicos. Todo ese miedo que sentía hasta que llegue al suelo no se fue todo, pero valió totalmente la pena el haberme armado de valor suficiente para hacerlo.

Toda la aventura estuvo filmada y cuando volvimos lo primero que hicimos fue mirar los videos y las fotos. Le hablé a todos mis amigos de la locura que hicimos y les pase algunos videos y fotos. Por más increíble que sea una experiencia, si no es compartida no es lo mismo.

Voy a recordar ese día por siempre y definitivamente tengo que volver a saltar!